"Pongamos todo nuestro afán -decía el Papa Pablo VI- para que en nuestra moderna generación no se debilite, sino que aumente cada vez más la luz suave y materna de la devoción a María Santísima, Madre de Dios y de la Iglesia y Madre de cada uno de nosotros".
San Juan de Ávila, dejó escrita esta reflexiva exclamación: "¡Oh, si supiéramos qué riqueza tiene aquél que tiene a la Virgen!", y podemos agregar que pobreza tiene aquél que la ignora.
Y para tenerla propicia, uno de los más delicados obsequios que como hijos podemos ofrecer diariamente a la Madre Celestial, es el rezo de las tres Avemarías.